Templo de Amón en Karnak: El santuario del dios del viento

La historia del templo de Amón coincide con el ascenso y caída de Tebas. El templo es todo lo que queda en la ciudad, porque la gran urbe de Tebas, como todos los edificios de Egipto de su época, estaban construido con ladrillos de arcilla y se han desintegrado con el paso del tiempo. Hasta las residencia de los faraones eran de ladrillo, y su mobiliario está diseñado para durar solamente una vida humana. En cambio, el templo era otra cosa. Se pretendía que durase toda una eternidad, y se construyó con granito, arena y caliza, extraídos y cortados con instrumentos y técnicas muy primitivas.

A orillas del Nilo, en lugar que los egipcios consideraban como el punto del nacimiento del mundo entero, se alza el edificio religioso más grande jamás construido. El templo de Amón en Karnak (la antigua Tebas) es mucho más que un edificio. La historia del templo abarca más de 1.300 años y constituye todo un registro de la civilización egipcia, acumulado en capas superpuestas hasta formar un enorme y confuso conglomerado que impresiona  a los visitantes y turistas, más por sus dimensiones que por su belleza.

En sus tiempos de apogeo, cuando Tebas dominaba Egipto, el templo de Amón estaba atendido por más 80.000 esclavos y recibía tributo en oro, plata, cobre y piedras preciosas de 65 ciudades y poblaciones. Los numerosos edificios del conjunto tienen una sola cosa en común: todos se construyeron en honor del gran dios Amón y para asegurar larga vida y gran poder a sus constructores.

También cabe señalar que los egipcios, tenía muchos dioses y construían santuarios para atraer sus favores. Algunos dioses sólo tenían importancia local, pero, existían otros que pertenecían a la categoría de grandes dioses como “Ra”, el dios del Sol, considerado como fuente de toda vida en Egipto, aunque el centro de su culto estaba en Heliópolis, y Amón, dios del viento y la fertilidad, al que en un principio sólo se adoraba en Tebas, pero que acabó convirtiéndose en Rey de los Dioses, formando una trinidad real con su esposa Mut y su hijo Khonsu. Sin embargo, no existían conflictos entre los grandes dioses, y cada uno de los cuales podía incluir cualidades de los otros. De este modo, con el beneplácito de los faraones, Amón adquirió los atributos de Ra, el dios del Sol, convirtiéndose en Amón-Ra, y adquiriendo así mayor importancia en Tebas.

Poco a poco, los demás dioses empezaron a ser considerados como facetas de Amón, que, a base de absorber divinidades, se iba convirtiendo en un dios único y todopoderoso, cada vez más semejante al de la tradición judeo-cristiana.

La historia del templo de Amón coincide con el ascenso y caída de Tebas. El templo es todo lo que queda en la ciudad, por que la gran urbe de Tebas, como todos los edificios de Egipto de su época, estaban construido con ladrillos de arcilla y se han desintegrado con el paso del tiempo. Hasta las residencia de los faraones eran de ladrillo, y su mobiliario esta diseñado para durar solamente una vida humana. En cambio, el templo era otra cosa. Se pretendía que durase toda una eternidad, y se construyo con granito, arena y caliza, extraídos y cortados con instrumentos y técnicas muy primitivas.

Para perforar orificios los constructores de aquella época, utilizaban taladros huecos de sección circular, también de cobre; se han encontrado cilindros de piedra extraídos por este método, aunque no se han conservado sierras ni taladros.

Los egipcios utilizan métodos de construcción bastante primitivos. El templo de Amón, apenas tiene siete cimientos. Se daban por satisfecho con plantar los pilares sobre la base de roca. En Karnak los desbordamientos de 1899 socavaron los frágiles cimientos del hipóstilo, haciendo caer 11 columnas. Esto permitió examinar los cimientos, que resultaron consistir en poco más de una zanja rellena de arena para nivelar la superficie, y más o menos un metro de piedras sueltas, colocadas encima de la arena.

El edificio más grande y espléndido de Karnak es el hipóstilo (que significa”bajo columnas”), que actualmente parece un bosque de columnas que los turistas pueden contemplar y admirar.  En sus tiempo tenía 134 columnas y el era el edificio más grande que se había construyó en la antigüedad, con 103 metros de altura y 51 metros de ancho. Para hacernos una idea, las columnas de la doble hilera central miden 10 metros de diámetro y cerca de 21 metros de alto.

A cada lado de esta doble hilera hay otras siete hileras de columnas cada una de 15 metros de altura. El recinto, en el que cabe holgadamente la catedral de Notre-Dame de París, tenía un tejado de losas de piedra, más alto en el centro, y con claraboyas en la cúpula de la nave para iluminar el interior.

Debido a lo rudimentario de los instrumentos de la época, la construcción de este enorme edificio constituye una hazaña asombrosa. Los egipcios no conocían la polea, y los bloques que forman las columnas y el tejado se izaron hasta su posición por medio de rampas de ladrillos de arcilla. Se utilizaban andamios, pero sólo para pequeñas tareas de decoración y acabado de la piedra. Así, también data, que los obreros trabajaban en equipos y en turnos fijos y se llevaba un diario o bitácora de trabajo realizado por cada equipo, donde también se registraba el peso de los instrumentos de cobre confiados a cada obrero. A los obreros se les pagaba con comida, leña, aceite y ropas, y a veces se añadía una gratificación ya sea en vino, sal o carne.

El salón hipóstilo se diseño y empezó a construir en tiempos de Ramsés I, cuyo reinado duro tan sólo dos años. Le sucedió su hijo, Seti I en 1312 a.C., pero quien terminó el edificio fue el hijo de éste, Ramsés II, que sucedió a su padre en 1290 a.C., y reinó durante 67 años. Su afición por la construcción le llevó a construir más templos y monumentos que ningún otro faraón; entre las obras de su reinado figuran los templos de Abu Simbel.

La decoración exterior del hipóstilo representa la guerra de Ramsés II contra los hititas, incluyendo el texto literal del tratado de paz definitivo, que fue el primer tratado de no agresión de la historia. Incluye también una oración a Amón, pronunciada cuando Ramsés, abandonado por casi todo su ejército, se enfrentó a las fuerzas hititas: “Te invoco, padre Amón. Me encuentro rodeado de extraños que no conozco. Todas las naciones se han aliado contra mí. Estoy solo y no tengo a nadie. Pero te invoco y compruebo que Amón vale más que millones de soldados de a pie y cientos de miles carros.” La pared norte describe las campañas de Seti I en Líbano, el sur de Palestina y Siria.

El edificio que hoy pueden contemplar turistas y todos aquellos visitantes que deseen empaparse de su historia, es el resultado de una reconstrucción llevada a cabo principalmente por arqueólogos franceses. Cuando fue redescubierto por el ejército de Napoleón a finales del siglo XVIII, se encontraba en ruinas. Las columnas estaban caídas o inclinadas, y la arena cubría casi todo el conjunto. Tras largos años de trabajo, se logró reconstruir el edificio completo, menos el tejado.

El hipóstilo es tan sólo un de los veinte templos, santuarios y recintos ceremoniales de Karnak. La última estructura que allí se construyó fue el gigantesco pilón, o portal, levantado por los últimos gobernantes nativos del antiguo Egipto, los faraones tolomeicos. Este enorme portal mide 15 metros de grosor, 113 metros de ancho y 44 metros de altura. Uno de sus muros esta incompleto y todavía presenta el acabado tosco de la piedra sin pulir. También se conservan los restos de las rampas de ladrillo por las que subían los bloques para construir el muro.

Al otro lado del portal se extiendo un patio descubierto, construido por los faraones libios de la XXII dinastía (945 715ª.C.), y en el muro sur de ese patio se alza uno de los templos egipcios más bellos que se conservan, el de Ramsés III, que consta de un patio anterior, un salón con columnas y un santuario.

Todo el conjunto ocupa un espacio donde cabrían diez catedrales europeas. Representa la postura imperial respecto a un dios cuyo templo, en sus tiempos de apogeo, durante el reinado de Ramsés III, controlaba por lo menos al 7% de la población egipcia y el 9% de la tierra, más 80.000 esclavos, 420.000 cabezas de ganado, 433 huertos, 46 centros de construcción y 83 barcos.

Los arqueólogos todavía siguen realizando descubrimientos en Karnak: en los años 80 se desenterró un santuario completo, que constituye uno de los descubrimientos más importantes y espectaculares que se han llevado a cabo durante los últimos tiempos.  

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